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Los trastornos de personalidad: un desafío social

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Mensaje por Victoria 6/14/2010, 5:41 pm

Los trastornos de personalidad: un desafío social
Los trastornos de la personalidad (TP en lo sucesivo) se definen como patrones persistentes de percepción y comportamiento que se manifiestan en la forma de percibir el mundo, relacionarse con los demás, pensar y sentir. Se exhiben en una amplia gama de contextos sociales y personales, son inflexibles e inadaptativos, y causan un deterioro funcional en todas las áreas de la vida, y angustia subjetiva. Las áreas de la personalidad más afectadas son la cognitiva, la afectiva y el control de los impulsos.

Las personas que los sufren se caracterizan por presentar un conjunto de rasgos de personalidad que se inician normalmente en la infancia o adolescencia y se manifiestan de una manera más explícita en la vida adulta como formas inflexibles de pensar y sentir, como círculos viciosos de respuestas ante situaciones diferentes, vulnerabilidad al estrés y comportamiento inadaptado, que les llevan a un deterioro de su funcionamiento social, laboral y familiar, limitando sus posibilidades vitales.

Los TP son trastornos mentales severos de mala adaptación social permanente y aunque no afectan a las cualidades intelectuales del individuo en su mayoría son incapacitantes, es decir dificultan o impiden desarrollar una vida autónoma a quienes los padecen. Suelen ser frecuentes episodios de crisis psicóticas y en ocasiones aparecen asociados a otras patologías, como trastornos alimentarios y consumo de tóxicos, y a conductas agresivas, autodestructivas, amenazas de suicidio o conflictos con el entorno social. Los afectados, debido a sus propias características, casi nunca asumen su situación, pues no tienen conciencia de enfermedad ni admiten fácilmente la ayuda que necesitan.

Los estudios estadísticos realizados en países de nuestro entorno nos muestran unas prevalencias diferentes en cada uno de los tipos, que van desde un 1% (trastornos por evitación, narcisista u obsesivo-compulsivo), hasta un 15% (trastorno por dependencia), porcentajes referidos a la población general del país, que aumentan notablemente en poblaciones clínicas y presidiarias. Otros valores son: Paranoide: 2,5%; Esquizoide: 7%; Esquizotípico: 5%; Límite (o Borderline), Antisocial e Histriónico: 3%.

Como se puede apreciar estos valores son muy superiores a los que se atribuyen a la esquizofrenia o al trastorno bipolar, y en algunos de los tipos citados, como en el Trastorno Límite de la Personaldad o Borderline, suelen darse casos de mayor gravedad y trascendencia.

Existe una opinión generalizada entre los profesionales de la salud mental en el sentido de que estos porcentajes tienden a aumentar hoy en día de una forma generalizada en nuestra sociedad, pues entre los factores desencadenantes de los TP, además de los de tipo psicopatológico y psicosocial de la infancia, son de especial relevancia los de tipo social, entre los que hay que reseñar los cambios sociales y de costumbres que se producen en la actualidad con suma rapidez y generan un gran relativismo moral que afecta a todas las áreas de la sociedad, los fallos en los roles familiares que crean dificultad para encontrar modelos adultos de referencia, potenciando falsos modelos en los que se valora sobre todo el dinero y el éxito, el mundo competitivo, la convivencia con otras culturas, el estrés y el exceso de información en edades en las que la falta de madurez impide discernir de forma adecuada, y la facilidad de acceso a sustancias adictivas perniciosas, causas todas ellas que afectan de una forma especial al individuo en su adolescencia, etapa de la vida en que estos trastornos se manifiestan.

Principales demandas y problemas más significativos de este colectivo:

Cuando nos referimos a las demandas de este colectivo tenemos que comenzar por las demandas de los “cuidadores”, que por regla general son sus familias. Estas demandas tienen dos vertientes: la sanitaria y la sociolaboral, y en ambas se tiene la conciencia de que está casi todo por hacer, o dicho de otro modo: la necesidad es total y las familias se sienten desamparadas.


Los problemas más significativos, que ya han sido esbozados en el párrafo anterior, son los siguientes:

a) Falta de prevención en la infancia. Las familias por lo general desconocen la sintomatología infanto-juvenil previa al desarrollo de un TP, que pueden ser confundida con los problemas de la adolescencia o preadolescencia. Al mismo tiempo estas patologías son poco conocidas por los profesionales de la educación y de la medicina de atención primaria, lo que trae como consecuencia la imposibilidad de realizar un diagnóstico precoz.

b) Cuando el problema se manifiesta de una forma evidente ya es demasiado tarde para frenar el deterioro personal del afectado. Al fracaso escolar le sigue el de las relaciones interpersonales, aislamiento, baja autoestima, episodios depresivos, comportamientos disruptivos, etc. En estos momentos la familia no recibe ningún tipo de ayuda para un problema que por lo general desconoce y le supera, y al que debe hacer frente con pocos medios y conocimientos. La experiencia manifestada por las familias de estos pacientes es de abandono, por la falta de recursos asistenciales. Esto genera a corto plazo un grave deterioro del enfermo, afecta a la estabilidad emocional y a la convivencia familiar y supone un grave quebranto económico para aquellas familias que recurren a centros privados por falta de atención en los públicos.

c) Los Centros de Salud Mental existentes atienden las fases menos agudas de los trastornos, pero los escasos recursos con los que cuentan son la causa de que las terapias no se realicen con la frecuencia y periodicidad necesarias, ni por profesionales debidamente preparados para dicho cometido. De esto se derivan dos graves consecuencias:

  • La terapia insuficiente o equivocada origina la evolución negativa del afectado.

  • Dadas las especiales características de estos pacientes se produce en muchos casos el abandono temporal de la terapia, sin que exista la flexibilidad necesaria para que sea retomada una vez se requiera por el enfermo o su familia.
d) Cuando se produce una crisis psicótica y el correspondiente ingreso hospitalario urgente, el problema es tratado como cualquier otro trastorno mental, por lo que el alta médica, que lógicamente se producirá en pocos días no es más que el preámbulo de una nueva crisis que precisará de un nuevo ingreso, cerrando así un círculo vicioso que no tiene fin. Al no existir plazas hospitalarias en régimen de internamiento especializado para TP este será siempre insuficiente y orientado solamente a atajar los síntomas críticos de la enfermedad, pero no la rehabilitación del enfermo.

e) En los tratamientos de estos afectados se olvidan las facetas sociales, como la educativa y la laboral. La falta de coordinación entre los correspondientes servicios de la administración es la causa del fracaso en el abordaje integral de estas patologías, que debe ser necesariamente multidisciplinar, y aunque funcionase en el terreno sanitario fallaría a la hora de integrarlos en la sociedad. Y hemos de añadir solemnemente que este es un derecho constitucional del que no se puede privar a ninguna persona.
Conclusiones:
La gran prevalencia de los trastornos de la personalidad en nuestra sociedad, el alto nivel de incapacitación que produce en muchas de las personas que los sufren, los graves problemas que plantean a sus familias, entre los que hay que destacar el desgaste emocional, y las repercusiones en el sistema de salud público y en los ámbitos social, jurídico y económico, hace evidente que nos encontramos ante un trastorno psicopatológico que merece la mayor atención no solamente desde el punto de vista sanitario sino también en lo que atañe a otras áreas de la administración pública. Por otra parte, teniendo en cuenta que estos trastornos se van configurando durante la infancia y preadolescencia y que por lo tanto podrían ser evitables en un alto porcentaje, o al menos disminuir su gravedad prestándoles el adecuado tratamiento en esta etapa de la vida, debemos aceptar la conclusión de que es necesario dedicar especial atención al problema en los medios en que se desenvuelve el adolescente en riesgo, que es el escolar y el familiar.

Para un adecuado abordaje de esta problemática que facilite la rehabilitación de los afectados por trastornos de la personalidad y les proporcione una mejor calidad de vida es necesaria la intervención en diferentes áreas de la sociedad, por lo que sería deseable un trabajo coordinado de las diferentes administraciones. Para mejorar estas expectativas la asociación Tp-Galicia considera necesario llevar a cabo las siguientes acciones:


  • Impulsar la investigación de los trastornos de la personalidad y su relación con otros propios de la infancia y las causas que interactúan en su desarrollo, al objeto de que se pueda prevenir su incidencia y disminuir su gravedad.
  • Mejorar los mecanismos de prevención en la infancia y de diagnóstico precoz.
  • Desarrollar un servicio sanitario especializado para estas patologías, que incorpore un sistema de hospitalización de media y larga estancia, con centros terapéuticos, residencias y viviendas tuteladas para tratamientos de larga duración.
  • Crear un sistema de asistencia a familias y de acompañamiento terapéutico que contribuya al éxito de los programas de rehabilitación y de respiro familiar.
  • Poner en marcha un programa de información y de sensibilización para educadores, profesionales de la sanidad pública, de la administración laboral, judicial, etc.
  • Impulsar y coordinar estudios en los que participen instituciones y organismos interesados para conocer la prevalencia real de estos trastornos en nuestra Comunidad, así como otros que evalúen y validen la eficacia de los tratamientos psicoterapéuticos.
  • Por último, la sociedad debe asumir que estas patologías son incapacitantes para desarrollar una vida normal, lo que significa reconocer un cierto grado de discapacidad, variable en cada caso, por lo que es de justicia la aplicación a este colectivo de toda la legislación que protege a las personas con discapacidad, para facilitar sus relaciones con la sociedad, su formación profesional, sus posibilidades laborales y su propia supervivencia.

  • Germán Medina Sánchez



Germán Medina Sánchez
Presidente de la asociación Tp-Galicia




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Victoria
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